El primer domingo nos invadía la expectativa,
¿Le gustará la cerveza? ¿Hablará tanto como
yo?
Al siguiente el vicio incontrolable de querer
agradar
El tercero ya era risa y embriaguez
Encontrábamos comicidad en tu forma de
pronunciar
Y en los movimientos de mis manos que no sé
controlar
No recuerdo si fue al quinto o al sexto que
lloré
Me abrazaste
Y abrazados me entregue al alivio de ya no
temerle a la soledad
Fue agosto cuando la mirada cómplice y el
torso desnudo me dejaron entrar
Y a partir de entonces los dejamos de contar
Recuerdo el de septiembre, cuando el primer
eructo nos regaló la cotidianeidad
El de octubre, cuando lloraste a tu papá.
El de noviembre, escapandonos al mar.
Y el de diciembre cuando una pelea nos dejó
sin hablar.
Y entonces llegó Marzo,
Reías forzosamente
Imitando lo que alguna vez fue espontaneidad.
Temeroso, indeciso de ser quien sentenciara
el final.
Tu mirada no emanaba la calidez que opaca
al invierno
Y tu abrazo no prometía más que compasión.
Es domingo, y se siente sin sentido
Odioso el recuerdo que juega a torturar
Dame a elegir, por favor
Cuál domingo quisiera que fuera inmemorable
Elegiría aquel en el que me dí la licencia de
amar.