Los escribí cuando tenía 14 años. Una tarde de domingo de lluvia, similar a la en que lo debo haber escrito, lo encontró en una vieja agenda mi mamá.
El desconfiar de vos,
me hace mal.
El dejarme confiar,
me hace dudar.
Tu palabra solo confunde,
me marea, me destruye.
Pero tu silencio me mata,
me hace dudar mas de lo que dudaba.
Solamente vos me transformas,
en cada noche que pasa y pasará,
cada una como un infierno,
en el que no me conformo con ningún extremo.