Siempre estoy arriba de las escaleras cuando escucho
la puerta y es él. Mamá me cuenta temprano que va a venir, y siempre tarda en
llegar. Mamá dice que es porque estudia y trabaja.
Yo mucho no entiendo eso. Porque para mi, cuando estudias (como yo) no trabajas, y si trabajas (como mamá y papá) ya no estudias. Igual por las dudas no pregunto. Las respuestas que me dan son muy complicadas y a él no le quiero preguntar. Termina diciendo cosas largas y yo prefiero ir a jugar.
Bajo corriendo, ¡Manuel, Manuel! ¡Llegaste! Me besa y me abraza mucho. Me dice que me ama hasta el cielo ida y vuelta y me pregunta como me fue. Yo le digo que yo también, ¡UN MONTÓN! que bien, que hoy plantamos tomates, que vayamos a mi cuarto a hacer una aventura.
Él me dice que si, que en un rato, que no me apresure tanto y saluda a los demás. Siempre le hacen muchas preguntas. Él les cuenta que vino en colectivo, que esta estudiando para una prueba y que en el trabajo lo trataron mal. Nadie nunca le pregunta si esta triste por eso.
Yo tampoco, porque cuando lo convenzo y estamos corriendo en una selva huyendo de leones grandes que rugen mucho yo lo veo feliz. Asustado, pero feliz.
También es feliz Dorita, la muñeca que él hace hablar. A mi me encanta que venga, porque cuando viene Dorita dice cosas re graciosas, como que a la mañana desayuno té de moco. Cuando él no esta ella no me habla. Pasa que es tímida, callada. Él dice que es una muñeca de pocas palabras. Yo no sé si son pocas pero si que las dice todas juntas cuando jugamos los tres.
Hoy me parece que me quiere hablar. Lo note cuando jugábamos en la canilla, antes de que mamá nos rete y los ojos se le llenaron de lagrimas.
Para mi que me quiere preguntar cuando va a volver. Y la verdad, ojala que no se anime porque yo no se que puedo responderle.
Él no me dijo eso cuando me balanceaba en la hamaca paraguaya del balcón y me pedía que cierre los ojitos. Yo tampoco se lo pregunte, cuando espiando vi que el pájaro grande se lo llevaba agarrado de sus garras.
No me asuste, porque vi que él se iba riendo, estaba contento. Y en su mochila se llevaba todos sus juguetes.
Yo mucho no entiendo eso. Porque para mi, cuando estudias (como yo) no trabajas, y si trabajas (como mamá y papá) ya no estudias. Igual por las dudas no pregunto. Las respuestas que me dan son muy complicadas y a él no le quiero preguntar. Termina diciendo cosas largas y yo prefiero ir a jugar.
Bajo corriendo, ¡Manuel, Manuel! ¡Llegaste! Me besa y me abraza mucho. Me dice que me ama hasta el cielo ida y vuelta y me pregunta como me fue. Yo le digo que yo también, ¡UN MONTÓN! que bien, que hoy plantamos tomates, que vayamos a mi cuarto a hacer una aventura.
Él me dice que si, que en un rato, que no me apresure tanto y saluda a los demás. Siempre le hacen muchas preguntas. Él les cuenta que vino en colectivo, que esta estudiando para una prueba y que en el trabajo lo trataron mal. Nadie nunca le pregunta si esta triste por eso.
Yo tampoco, porque cuando lo convenzo y estamos corriendo en una selva huyendo de leones grandes que rugen mucho yo lo veo feliz. Asustado, pero feliz.
También es feliz Dorita, la muñeca que él hace hablar. A mi me encanta que venga, porque cuando viene Dorita dice cosas re graciosas, como que a la mañana desayuno té de moco. Cuando él no esta ella no me habla. Pasa que es tímida, callada. Él dice que es una muñeca de pocas palabras. Yo no sé si son pocas pero si que las dice todas juntas cuando jugamos los tres.
Hoy me parece que me quiere hablar. Lo note cuando jugábamos en la canilla, antes de que mamá nos rete y los ojos se le llenaron de lagrimas.
Para mi que me quiere preguntar cuando va a volver. Y la verdad, ojala que no se anime porque yo no se que puedo responderle.
Él no me dijo eso cuando me balanceaba en la hamaca paraguaya del balcón y me pedía que cierre los ojitos. Yo tampoco se lo pregunte, cuando espiando vi que el pájaro grande se lo llevaba agarrado de sus garras.
No me asuste, porque vi que él se iba riendo, estaba contento. Y en su mochila se llevaba todos sus juguetes.