A veces espontanea como una
caída épica. Otras tantas obligada como el buenos días laboral. Asimétrica como
los edificios de la Ciudad de Buenos Aires. Intensa como el primer amor.
Cansada pero sonora como la bocina del tachero atascado sobre Av. Corrientes a
las nueve de la mañana. Blanca como los pañuelos de las abuelas en Plaza de
Mayo. Dulce como el primer mate del día. Pero por sobre todas las cosas
brillante como vos.